Un equipo de cient&iacute;ficos del CONICET y de la Universidad de San Juan (UNSJ), junto a colegas nacionales e internacionales, y con el acompa&ntilde;amiento de empresas de la provincia cuyana, trabaja en la identificaci&oacute;n de levaduras nativas que puedan inhibir el crecimiento de hongos que producen toxinas en pasas de uva. El objetivo es desarrollar, a mediano plazo, un bioinsumo que permita mejorar la calidad de las pasas que se producen en San Juan. <p style="text-align: center;"> &ldquo;San Juan es la principal provincia productora y exportadora de pasas de uva de la Argentina. En 2024, nuestro pa&iacute;s export&oacute; 43.515 toneladas de esta fruta seca, marcando un crecimiento del 70 por ciento con relaci&oacute;n a las 25.656 toneladas exportadas 2023. El principal destino es Brasil que absorbe el 59 por ciento del total, seguido por Estados Unidos y Colombia. Argentina se encuentra en el octavo lugar a nivel mundial como productor&rdquo;, cuenta la directora del proyecto Mar&iacute;a Cristina Nally, investigadora del CONICET en el Instituto de Biotecnolog&iacute;a (IBT) de la Facultad de Ingenier&iacute;a de la UNSJ. Nally explica que los exportadores de pasas de uva enfrentan constantemente trabas comerciales debido al estricto control de ocratoxinas, un grupo de micotoxinas producidas por algunas cepas pertenecientes a los g&eacute;neros de hongos Penicillium y Aspergillus. La ocratoxina A es nociva para los seres vivos debido a su acci&oacute;n cancer&iacute;gena, nefrot&oacute;xica (da&ntilde;ina para los ri&ntilde;ones) y teratog&eacute;nica (que puede producir malformaciones en el embri&oacute;n o feto). Por ello, la legislaci&oacute;n de la mayor parte de los pa&iacute;ses importadores de pasas establece un l&iacute;mite m&aacute;ximo de 10 microgramos por kilogramo de ocratoxinas. Si al momento de realizar los controles de importaci&oacute;n, las pasas de uva contienen valores superiores a los permitidos, esas producciones se pierden por completo, lo que resulta un costo adicional para los productores. El grupo que dirige Nally en el IBT tiene experiencia en investigar el efecto de levaduras nativas sobre hongos en diferentes cultivos como pistacho, cebolla, lechuga, tomate y uva para consumo en fresco. As&iacute;, ya lograron seleccionar algunas levaduras nativas que inhiben el crecimiento de hongos en pistacho, cebolla, lechuga y uva para consumo en fresco. &ldquo;La efectividad de &eacute;stas levaduras sugiri&oacute; la posibilidad de su aplicaci&oacute;n como biocontrolador en pasas de uva. Actualmente en el IBT estamos llevando a cabo ensayos de antagonismo, tanto in vitro como in vivo, entre &eacute;stas levaduras y cepas de hongos ocratoxicog&eacute;nicos nativos aislados de pasas de uva de San Juan&rdquo;, se&ntilde;ala la investigadora. En general se busca evitar la contaminaci&oacute;n de las pasas de uva por hongos productores de ocratoxinas mediante el uso de fungicidas qu&iacute;micos, que tienen un costo elevado y, de acuerdo con los investigadores, representan eventuales riesgos para la salud humana y el medio ambiente, afectando la anhelada inocuidad de los alimentos. &ldquo;Hasta el momento, en Argentina, no existen en el mercado productos biol&oacute;gicos registrados que reduzcan el crecimiento de hongos ocratoxicog&eacute;nicos en pasas de uva. Nosotros esperamos obtener uno o varios biofungicidas basados en levaduras, a mediano o largo plazo, que puedan mejorar la calidad de las pasas de uva, y fortalecer, de esta forma, la econom&iacute;a regional, a trav&eacute;s de la producci&oacute;n de alimentos m&aacute;s saludables&rdquo;, indica Nally. De manera reciente, el proyecto fue seleccionado para su financiamiento en una convocatoria de Naciones Unidas denominada &ldquo;Fondo Fiduciario P&eacute;rez Guerrero para la Cooperaci&oacute;n Sur-Sur, miembros del Grupo de los 77&rdquo;. Estamos muy contentos, somos un grupo de investigadores muy activos, constantemente estamos en la b&uacute;squeda de financiamiento de origen nacional e internacional para llevar a cabo nuestras investigaciones&rdquo;, afirma la investigadora. Fuente: CONICET